jueves, 6 de octubre de 2011

El amor no confesado


Los primeros rayos del sol del amanecer, se filtraban entre lo olivos, sus ojos brillaban de alegría, pues iba a por agua al pozo del olivar, y a esa hora, a las claritas del día, se lo encontraba todos los días, él montado en su mula, ella andaba moviendo su cadera con gracia, se miraban, bajaban la vista, se decían,-- Buenos días, María---, buenos días, Manuel--, ella seguía su camino, el también, pero él se daba la vuelta para mirar muy despacito, ella lo miraba, como sin querer ver, Seguían su camino, con una sonrisa también.

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